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Izquierdo, Rosario
Una mujer. Un barrio «al que no va nadie». Una revolución de colores.A Pepa se le cae la casa encima estos días: ha pasado los cincuenta, le ronda una menopausia incómoda, la sensación de invisibilidad que da estar en paro y mandar CVs sin respuesta, un marido al que llama el santo Job y una hija que cada día la necesita menos. Así que se echa a la calle a pasear donde nadie la conozca, a darse pena a sí misma, a no pensar. Y en uno de estos itinerarios se topa con el rótulo fluorescente de un salón de manicura, el tipo de sitio al que una mujer como Pepa no ha entrado en su vida.Las uñas de colores cambian en muchos sentidos la vida de Pepa y la de las mujeres que atienden ese salón, Pasión Nails, donde se forjan unos vínculos inesperados que nos hablan de privilegio, de clase, de género y de generación. Una historia sencilla en el mejor sentido, que sucede aquí y ahora, y que nos descubre un mundo en el barrio de al lado.
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Izquierdo, Rosario
Charo Izquierdo nos trae esta humorística y amena novela sobre lo que significa ser abuela joven y moderna en la sociedad actual. -Mamá, vas a ser abuela. -Pero ¿qué dices? ¡Me viene fatal! ¿Perdón? ¡Y la tía me lo dice así, sin avisar! ¡Esto es un atraco a bombo armado! Entendedme, estoy segura de que voy a adorar a la diminuta semilla de quinoa que mi hija está gestando en su interior, pero... ¿tenía que ser justo ahora que no doy abasto en el trabajo?, ¿ahora que me estoy planteando si dejar a mi pareja?, ¿ahora que acabo de apuntarme a aquagym? No penséis mal, seguro que será una criaturita adorable, pero sé lo que me espera: volver a los pañales, los biberones y la falta de sueño. Porque, no nos engañemos, hoy en día ser abuela significa currar como si el niño fuera tuyo. Y estoy desentrenada: el último carrito que empujé fue el del súper, y ya ni eso, que últimamente solo tengo tiempo de llamar al TeleChino. ¡Ah!, y los únicos cuentos que escucho últimamente son los de uno de la oficina que está loco por llevarme a la cama. O sea, fatal. Que sí, que seguro que luego me hace mucha ilusión, pero ¿seré una buena abuela primeriza? Me temo que no me va a quedar más remedio que averiguarlo...
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