Pese al título, este libro no ofrecerá ni consejos nirecetas para saborear la pintura, es más, el deseo del autor es sembrar o mejor dicho consolidar una duda, la duda sobre la capacidad de poder '' saborear ''una obra de arte en ausencia de su comprensión. Esdecir, que el placer de una obra aumenta con el conocimiento del contexto de su creación es uno de sus postulados. Las obras que se analizan en este texto fueros realizadas en épocas diferentes y emplean estrategias de seducción diferentes: unas son imágenes hechaspara príncipes ( '' La Fiesta de Venus '' , de Tiziano), otras para la Corte absolutista ( '' La Rendición de Breda '' , de Velázquez), y también para el público '' people '' (las serigrafías de Warhol), otrasincluso para el propio artista (los autorretratos deRembrandt). La capacidad de interpelación de la obrade arte es grande y acercarnos a ella significa dejarse llevar por el juego de la interpretación. Interpretar para comprender, para degustar, para gozar. La manzana que el amorcillo de '' La Fiesta de Venus ''de Tiziano huele, muerde o se dispone a lanzar al espectador es una señal de complicidad. Una señal, tansensual, tan comestible. Pero hay otras, menos evidentes, más secretas. Este libro pretende ayudar a descubrirlas.
Abordar el encuentro con el Otro no es tarea fácil. El Otro no se brinda de buena gana a la mirada de uno mismo. El judío, el gitano, el negro y el musulmán sonlas cuatro figuras de la alteridad objeto de este libro. Seguir su presencia en las a