
Ya de vuelta a Francia comenzó a publicar obras que cuestionaban el estado de las cosas y criticaban el cristianismo, lo que provocó que fuera perseguido y tuviera que refugiarse en las matemáticas y la física de Èmilie du Châteliet. Colaboró con ella en la traducción de las obras de Newton al francés.
Algunas de sus obras más reconocidas su Cartas inglesas, Diccionario filosófico, Cándido, o el optimismo.