El verano que volvimos a Alegranza
Recógelo en tienda en 2 horas
Elige una tienda
Compra segura
Entrega en 1-2 días laborables
Regístrate y disfruta de descuentos en cada compra
Envío gratuito a partir de 19 € en libros y a partir de 39 € en el resto de artículos
Especial Navidad: se aceptan devoluciones hasta el 18 de enero
Descripción
Atravesada por la memoria olfativa y bañada porla luz de Asturias, El verano que volvimosaAlegranza es una novela evocadora que nosrecuerda que las buenas historias, igual que los buenos perfumes, siempre son necesarias.
Leandra es editora en una revista de moda con sede en Madrid. A sus treinta y cinco años se ha alejado de sumarido, ha perdido la ilusión por su trabajo y ha presenciado la muerte de su tía Valentina en circunstancias dramáticas. En busca de respuestas a la crisis existencial en la que se halla inmersa, decide pasar un verano en Alegranza -la casa de indianos que construyósu abuelo Tomás en el pueblo asturiano de Colunga- yaceptar el reto de Jean-Luc Peltier, un prestigiosoperfumista al que ha entrevistado: elaborar un perfume que la ayude a definirse a sí misma. Mientras buceaen sus recuerdos de infancia, impregnados de rosasilvestre, hortensia o madreselva, Leandra irá desvelando las distintas capas de secretos que, como los ingredientes de una fragancia, componen la historia desu familia.
«Después de la última curva, esaque tantas veces había surfeado de pequeña a lomos demi bicicleta BH con el cesto de mimbre sujeto entrelos manillares, apareció ante mí la silueta de Alegranza, lacasa familiar que no pisaba desde hacía por lo menosdiez años. Aunque había algunas grietas en elmuro y el jardín se había vuelto indómito, con la maleza avanzando a su antojo por la escalera de piedrade la entrada, por lo demás se mantenía más o menos como yo larecordaba, imponente y señorial. La misma fachada soberbia, con los balcones en las tres ventanas principales desde los cuales podía verse el mar enlos días despejados, y la misma palmera enorme a la derecha, unpoco inclinada, en permanente amenaza de precipitarsesobre el tejado. Detrás de la casa se avistaba la sierra del Sueve, en cuyos picos de tonalidades ocres se quedaban prendidas las nubes. No dejabade ser una ironía que el abuelo Tomás hubiera bautizado esa casona insertada en un paisaje tan asturiano con el nombrede un islote canario. Según me contó unavez tía Valentina, su padre había viajado en ciertaocasión a Lanzarote y, al contemplar desde lo lejos aquel trozo deapenas diez kilómetros cuadrados de tierra salvaje rodeada de mar, comentó que así se habíasentido él al poner rumbo a América: solo y con todopor hacer. Alegranza era su isla conquistada».
Ficha técnica - El verano que volvimos a Alegranza
Comprobar disponibilidad de Click&Collect
Indica tu localidad para encontrar tu tienda más cercana

